Quien decías ser


Ahora puedo entenderlo, que siempre estuve solo...
Ya puedo distinguir tus mentiras; hermosas mentiras, que de nuevo regresan a mi vida.
Eres mi pasado, disfrazado con otro rostro; lo único que no entiendo, es por qué si caminé mirando siempre al frente, he vuelto a llegar atrás...
Este lazo que nos une en experiencias, parece que nunca se romperá...
Así es como me doy cuenta que con esta cuchilla, no logré cortar más que mi aliento.
Y tú te escondes dentro de lo más profundo de mí; cada noche sales de tu caja y llenas mis sueños de dolor y nostalgia...
Tus pétalos se han muerto, pero no han marchitado...
Cada mirada aún vaga lúgubremente en mi alma...
Aún me arden las quemadas que tu piel dejó sobre la mía...

Estos cristales se rompen, caen al suelo y me quedo congelado viendo cómo te marchas cruelmente de mi frío mundo...
Esta impotencia abunda en mi pensamiento, en mi pensamiento que sólo se enfoca en ti...
Tantas lágrimas derramadas sobre promesas deshechas...
Tantas palabras ignoradas, que tomaste sólo como lujos y los botaste cuando ya no te llenabas...
Te vas, te alejas de mí en cada instante; para luego volver aparentado ser algo mejor; prometiendo aún más... Decepcionando aún más.

Ilusión, la ilusión que dejaste en mí aún me presiona, aún me persigue.
Aún me atormenta pensarte, y aún sigo pensándote...
Debo rebobinar esto... Tus indiscreciones trascienden lo tolerable...
Y mi inspiración se extingue... 
Mi vida acabó, cuando te despediste con un beso en mi mejilla...
Un beso que logró desatar lágrimas de mis ojos...
Y yo me despedido con estas pequeñas palabras, para que las tomes, y las quemes como quemaste mi vida.

Sólo con el tiempo volveré a encontrarte, para una vez más luchar por ti, y una vez más creer en que todo será mejor...
Pasan momentos, todo aparenta ser tan real; pero cuando ya no logro seguir con mis ojos abiertos, y debo parpadear por mi propia naturaleza; me doy cuenta de que ya no eres quien decías ser...
Es como un círculo, donde yo formo parte de esa entrada sin salida; de esa salida sin entrada...

Hoy escribo, sin llorar, sin gritar... Hoy escribo apático, sin vida...
Con sólo el deseo de abandonar este mundo de una vez por todas...
Ya no estoy en silencio, en ese pulcro silencio, en el cual nada ni nadie podía entrar...
Todas esas estrellas estaban expuestas en el cielo sólo para nosotros...
Y desde que te has ido, cada estrella cae sobre mi techo...
Desde entonces, la lluvia logra entrar en mi hogar; en mi mente.

Quisiera volver atrás y no haberte conocido; regresar atrás y permanecer en soledad hasta que la vida te apartara de mí, sin necesidad de que hayas llegado a la mía...
Cómo quisiera poder borrar cada huella marcada en mi piel...
Cada cicatriz en mis brazos y en mi corazón me traen tu recuerdo; y por desgracia, no puedo evitar observarlas.
El frío soplido del viento enfurecido, me ataca, me perfora, me quebranta y me atraviesa; y de estas heridas, mi sangre drena, se derrama.

Veo cómo las nieblas brotan, surgen y se exhiben para mi; cómo la luz y la cordialidad se disipa, se languidece, se atenúa y se difumina ante mis humedecidos y llorosos ojos.
Veo cómo te vas, cómo te alejas, cómo te apartas y desvinculas de mí...
Y sé que aunque ahora estemos distanciados, aún puedes sentir cómo el pequeño y débil latido que con valentía y dolor produce mi corazón; lo produce y lo sufre sólo y únicamente para ti y por ti...
Sé que aunque ahora te veo salir de mis puertas; volverás cuando acepte tu ida, y así, me enterraras en tu ilusión de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario